En la foto, con su hermana. Se llevan trece meses y si aguanta, el año que viene en diciembre, será centenaria. Entre las dos, 198 años. Nunca había conocido a una persona centenaria y menos tan cercana. Algo más que mantener en la memoria.
Y la cabecica y la lengua, en perfecto estado. Eso sí, sordas como una tapia; pero con el pinganillo, se puede hablar con ellas perfectamente.
Si alguien tiene curiosidad por ver el vídeo y la entrevista, aquí quedan los enlaces
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