El hombre intenta usar el móvil para alertar a emergencias;
inútil, no hay cobertura. Llegan a la entrada de un pueblo que se presume
desierto, ni una casa abierta, ni un refugio abierto. Permanecen en el coche en
tanto arrecían las contracciones. La calefacción durará lo que la gasolina
aguante.
Al poco, llega un trineo tirado por renos con un personaje
de cuento de Navidad.
—En toda mi larga vida me había ocurrido un desastre como
este; nunca había hecho esta ruta y ahora estoy perdido.
—¿Puede ayudarme a buscar un refugio? Mi mujer está de
parto.
Encuentran un corral semihundido y en la parte del tejado
que permanece intacta, preparan un fuego con las maderas de la techumbre caída.
Los renos protegiendo con sus cuerpos a la parturienta, crean una atmósfera de
intimidad. La nieve en el exterior, no amaina.
A medianoche, viene al mundo el bebé. Arropan a madre y criatura
con la casaca del repartidor de juguetes perdido.
Al otro día, puestos en alerta los servicios de emergencia
de la no llegada de los viajeros al hospital, llegan al pueblo abandonado
rescatando a los transeúntes. Papá Noel, está consternado por no haber cumplido
con su misión.
A la recién nacida, la van a llamar Nieves.
Y si suena, sueña
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