Una vez, en algún lugar, leí o soñé leer que «no se
perdonaba a quienes habíamos ofendido», y a raíz de entonces, siempre que me
viene a la memoria la frasecita esa, no puedo por menos que hacer una evocación
y repasar si a quienes les tengo ojeriza, es porque me han ofendido a mí o
porque les he ofendido yo.