Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para callarse.

domingo, 28 de abril de 2019

TRAGEDIAS IGNORADAS

Hoy, de casualidad pues no veo ese canal asiduamente, he visto en el canal 24h de RTVE  un reportaje sobre un accidente ferroviario ocurrido en Torre del Bierzo a primeros de enero de 1944. No es que las tragedias me gusten o llamen la atención, todo lo contrario, pero mi infancia y juventud se hallaron tan vinculadas al ferrocarril que todo lo que tenga que ver con él, me llama la atención.

Desconocía tal suceso, cosa lógica dado el tiempo y las circunstancias en que tuvo lugar. El franquismo y la censura, -malditos sean- impidieron que el accidente tuviera repercusión excepto para quienes, por desgracia, fueron sus actores involuntarios. La locomotora Mastodonte, implicada en los hechos, era uno de los modelos que trabajaban en el ferrocarril minero de Ojos Negros a Sagunto.

También en él ocurrió un choque que costó la vida a un maquinista de mi pueblo, Braulio. Lo he oído contar varias veces en casa pero las circunstancias concretas no he sido capaz de retenerlas; parece ser que la máquina tenía dificultades de freno o control de la velocidad. No sé el motivo por el cual él se echó a la vía, salió y se encontraron de frente otro tren y él murió. Los otros ferroviarios, parece ser que al verla venir, se arrojaron de la máquina y salvaron la vida.

Que las máquinas de vapor llamen mi atención es lógico. Mi padre fue fogonero hasta que cerraron el ferrocarril, yo subí varias veces en alguna locomotora de aquellas y de críos, siempre que podíamos nos acercábamos a ver la reata de vagones. Si era cargados, el tren pasaba lento, cuando volvía de vacío, echando leches y con un estruendo infernal. Recuerdos que como todo, tuvieron su final.

Una anécdota final. A resultas de un descarrile de vagones, eran frecuentes, mi padre y otro ferroviario, Valentín, hubieron de ir a declarar a Sagunto. Haciendo el gamberro, los detuvieron y acabaron en comisaria (cuartelillo como entonces lo llamaban). Valentín salvó la vida de milagro en un choque en la estación de Ojos Negros. Bajaba de la mina con tolvas cargadas de mineral y un error en las agujas, hizo que se empotrara contra un tren que estaba estacionado para salir. En la máquina que él tripulaba, quedó justo el hueco que ocupaba su cuerpo, el resto, chatarra. Años más tarde, tuvo un fin, voluntario, trágico.