Sin duda los habitantes de las ciudades han gozado siempre
de muchas más oportunidades que los oriundos de los pueblos. En todo. Bueno en
casi todo. Porque ellos, sobre todo los niños borregoncetes, se perdieron la
oportunidad de cazar nidos y pájaros en una actitud primitiva que era la
evolución natural de esos pobladores de las tierras que se veían al otro lado
de las carreteras. Entonces no habían inventado las autovías y autopistas que
en muchas ocasiones han servido para, en caso de lluvias torrenciales, hacer
grandes destrozos en el campo.