«Las canaleras caen, pero parece que no llueve». Mi madre cuenta que cuando ella era moza, junto con otras chicas de su tiempo, aprovecharon una sombra para orinar. Hubo un hombre que acostumbraba a ir a escuchar por las ventanas las conversaciones ajenas, y que pasaba por allí. Un alcagüete alparcero, que según parece los años lo hicieron más viejo pero no más sabio.