Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para callarse.

martes, 8 de septiembre de 2020

CULEBRONES DE PAGO

 Hoy, no voy a hablaros de las series de TV, sino de quienes las escriben, en resumen, de los escritores.

Reconozco que tienen un don del cual carezco: imaginación para urdir tramas, en su mayoría, de maldad. Ya escribí en mi blog que los escritores eran unos asesinos en potencia. (Copio la entrada y así tengo que discurrir menos). Todos lo somos, pero ellos lo son con premeditación, alevosía, nocturnidad y desprecio de sexo. Y viendo muchas películas y series de TV, uno se da cuenta que son una fuente inagotable de enseñanzas para quienes deciden llevarlas a cabo en la realidad.
Ya tenía escrita mi participación –he dejado de escribir chorradas y solo me mueve el reto de cada mes, aunque un día sí y otro también pierda los impulsos de hacerlo- y he decidido cambiarlo. Me he conectado a Netflix, previo pago pues tiene un candado con siete llaves, por razones que ni yo mismo sabría explicar, y estoy viendo una serie –norteamericana por supuesto- que se llama “Sucesor designado”, protagonizada por un actor que me gusta: Kiefer Sutherland. Él sin duda fue la llama que prendió la mecha.
Uztedes vuzotros, que diría la inmortal Lola Flores, la mayoría viven en América por lo cual desconozco si lo que vemos aquí, o viceversa, está disponible en ambas orillas.
Esta serie me enganchó desde el primer momento y me ratificó en mi opinión sobre los guionistas/escritores: comienza con la voladura del Capitolio en Washington, y muere todo el gobierno y los congresistas y senadores. Solo queda uno, Secretario de la Vivienda, que había sido despedido esa mañana por el Presidente y previamente designado sucesor. No voy a hacer un spoiler como creo le llaman ahora, pero sí que os diré que hasta el episodio 20 se mantiene el suspense. Luego, en una nueva temporada, la trama se desliza por nuevas iniquidades aflorando nuevos personajes y escenas.
A mí ya no me entretiene como antes, por lo que seguramente dejaré de verla como me ocurrió con La Casa de Papel, serie autóctona. En esta el guión flaquea pues presenta situaciones parecidas a lo que nos ocurría cuando de críos escuchabas en la radio cantar a Joselito en una emisora y moviendo el dial lo percibías en otra a miles de kms. de distancia. ¿Cómo puede estar en Zaragoza y Madrid al mismo tiempo? Cándida ignorancia.
The Crown, con personajes históricos, relata los avatares de la corona inglesa tras declinar la estrella de Eduardo VIII. La he visto completa

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