No hay duda de que la epidemia del virus incontrolado que nos invade y asola, ha trastocado nuestras vidas. Ha hecho que todos los ciudadanos, excepto los que prestan servicios esenciales a la comunidad como sanitarios, fuerzas de seguridad y militares, transportistas, vendedores, etc., nos hayamos quedado confinados en nuestras casas. Aquí, como el miedo es libre, cada uno sufrimos las secuelas, ficticias o no, del virus. Las venideras, serán tremendas para la sociedad.