Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para callarse.

martes, 19 de mayo de 2020

FERROVIARIO

Esta entrada le llevaba en mente hace tiempo y hoy, escuchando la canción Nunca te cases con un ferroviario, me ha vuelto a la memoria.

Crecí con el tren en casa, mi padre era fogonero, ferroviario. El tren pasaba lamiendo el pueblo como se ve en la foto que encabeza el blog. Los críos estábamos pendientes del paso del tren para huir de él en primer lugar, para poner perras gordas a su paso encima de los carriles las cuales quedaban inservibles, laminadas. En verano, había una unidad especial que llevaba a los trabajadores de la brigada de conservación para limpiar las trincheras y aprovechábamos para acercarnos a ver el monstruo que estaba parado y callado. Y yo aprovechando que tenía enchufe, me subía a la máquina si el maquinista era alguien conocido.

Muchos recuerdos aunque ahora todo quede difuminado en el tiempo. Mi salida hubiera sido "heredar" el puesto de mi padre pero la compañía minera cerró el grifo de las contrataciones y hundió aquellos pueblos. Cerró y dejó a todos, mineros y ferroviarios en el paro; incluidos los que había en el Puerto de Sagunto. Cerró la siderúrgica y acabó de hundir al Puerto.

Por eso, cuando veo una máquina de vapor, no puedo resistir que la nostalgia de lo que fue y lo que pudo haber sido, me invada.