Con un
gobierno sin fuerza ni coraje para imponer un mínimo de orden, los
ultrafascistas campan a sus anchas. Organizan caceroladas, manifestaciones
motorizadas, pintadas agresivas, cuanto les apetezca pues el gobierno no hará
nada por impedirlo y las “fuerzas del orden” organizadas en Jusapol, apoyan a
los sediciosos.
Cierto
es que la situación internacional no está para permitir esas sublevaciones pero
está ocurriendo lo mismo que en el 36. En aquellos años previos al golpe de
estado, el gobierno sabía que se estaba preparando y quienes lo estaban
organizando, pero no hizo nada por encarcelar o ejecutar a los cabecillas. (De
ejecutarse, se encargarían ellos mismos más adelante).
Hoy,
amparándose en la libertad de expresión y en unos jueces en su mayoría
proclives al golpismo, volvemos a las andadas mientras el gobierno, acojonado,
no hace nada por encarcelar o ejecutar a esos miserables antipatriotas y
antiespañoles que lejos de apoyar, no al gobierno sino al pueblo, del cual
ellos llevan siglos autoexcluidos, han emprendido una descarada lucha en su
contra.
Se han
adueñado de los símbolos externos, banderas, y las exhiben como si fueran de su
exclusiva pertenencia. Están llenando de pintadas, no subversivas sino
directamente golpistas, las paredes y cristaleras de los edificios. Y no pasa
nada, no hay reacción ni por parte del gobierno, cuyo ministro del interior
flaquea por la banda de estribor, ni por parte de las fuerzas de izquierda,
temerosas de que a ellas las asen a multas y a palos dados los precedentes.
Todo
ello unido en una tormenta perfecta junto a los nacionalismos de distinto
pelaje que han visto su oportunidad en la debilidad numérica del gobierno en
las cortes. La ultraderecha fascista está actuando como siempre, sin rubor ni vergüenza.
Ahí tenemos las payusadas, donde más muertes por abandono criminal y dejación
de funciones has ocurrido en las residencias de ancianos y ella vegetando por el
morro en el hotel/casero de los políticos amigos y dispuestos al canje de favores; al
naranjito -lo hizo con anterioridad- viviendo, por el morro, en un intercambio de favores con el amigo del
señor X gal natural, el mismo de la payusada; al fracasado, y por muchos años,
cobrando como todos sin trabajar ni apoyar el que la gente deje de morir; al
otro, ¿qué otro? ¿no tenemos bastante con estos?