Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para callarse.

martes, 28 de julio de 2020

DE ESCRITURA Y MÚSICA

A propósito de las incursiones que estos últimos días estoy haciendo en YouTube con el televisor grande como vehículo de transmisión, me han venido a la memoria dos ejemplos diferentes pero iguales: Música y Literatura.

Viendo esos ritmos que me atrapan, el manejo de los diferentes instrumentos por los músicos que los ejecutan, la coordinación y todo lo demás, comparo con el destrozo que hacíamos de las canciones cuando de mozalbetes patrullábamos a las tantas las calles del pueblo y desde luego nos merecíamos pasar en el calabozo o encerrados en un pajar, esas noches que sin ton ni son empleábamos en no dejar dormir al personal. En mi caso, tenía un padre que aprendió de oído a tocar el violín, a lo más que llegué yo fue a tenerlo en mis manos y mal que bien a rasguear las cuerdas de la guitarra acompañando a dos tañedores de verdad cuando hacíamos baile. Como los bailarines estaban más preocupados por lo que tenían entre manos que de las notas de la guitarra que yo extraía, todo iba bien. Con saber diferenciar entre un tango y un pasodoble, si era en la o en re qué importaba. Posiblemente eso me perjudicó a la hora de las preferencias femeninas pero ahora ¿qué importa?

Otrosí ocurre con la escritura. No es lo mismo mal escribir un post lleno de erratas, errores y palabras mal sonantes, que hacerlo con sentido común, manejo del lenguaje y toda la parafernalia del lenguaje culterano o chorras. Bien es verdad que en ambos ejemplos, música y literatura, en su momento yo aporté algo a mis colegas permitiendo que bailaran o incluso intentaran llegar lo más lejos posible, incluido el altar. Con la escritura soy más modesto. Pretendo hacer como el usurero con su dinero; guardarlo para mí y releer lo escrito maravillándome de que en alguna ocasión, se me haya abierto tanto la imaginación y la mente como para lograr escribir cosas que no reconozco como mías aunque sé de sobra que sí lo son.