Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para callarse.

lunes, 21 de diciembre de 2020

DESDE ZARAGOZA, para CL

Ummmmm, nada nuevo bajo la bóveda celeste; el mundo sigue estando  lleno de hijos de puta y sin embargo estamos pendientes de ellos, lo que hacen, lo que dicen, lo que nos hacen o dejan de hacer. Dicen que París bien vale una misa. Comprendo y asumo que la Navidad puede ser una época no recomendable para mentes sensibles; que asumir desde nuestra perspectiva humana, muchos de los planteamientos que otros humanos han creado para sí mismos nos cause repudio -mi criterio personal, que no tiene criterio, es que el hombre hizo a Dios a su imagen y semejanza y no al revés- pero ¿no es divagar también el crear un escrito lleno de fantasías y personajes que tampoco han existido, excepto en nuestra mente exacerbada o calenturienta a veces? Amigos, se puede y se debe participar, siempre que las circunstancias no lo impidan, aunque nada más sea para contar las veces que nuestros zapatos aparecieron tan vacíos como la noche anterior al dejarlos. Y nuestra ilusión, desparramada por el éter celestial.