No recuerdo como, un día fui a caer en una web a la que llamaban Literautas y que todos los meses los participantes, el acceso era libre, escribían un reto literario basado en unas reglas y premisas previamente establecidas. Como a mi me gusta más escribir que a un tonto una tiza, me subí al carro y participé. No es lo mismo gustarte escribir que hacerlo con coherencia y sin dar vergüenza ajena. Mas la ignorancia es muy atrevida.
Pero la persona que era titular de la web y responsable de mantenerla viva, tuvo un hijo y debió dejar de lado lo literario y asumir la crianza del cachorro recién nacido. Ahí vino el fin real de Literautas; de más de 200 trabajos mensuales a cero. Al mismo tiempo, desde América, alguna de las participantes se tomó el trabajo y la molestia de dar nueva vida a otra web del mismo cariz: Café Literautas. Pero ya no ha sido lo mismo; la participación ha caído en picado, este último mes, ha sido de 20 Literautas contándome a mi que soy ni chicha ni limoná, ya dejé de participar con anterioridad.
Ciertamente que se esfuerzan en enseñar sobre diferentes facetas de la escritura, pero no han conseguido que la clientela aumentara. En mi caso, esta habrá sido la última vez. Quizá sea mal pensado, pero he notado un cierto apartheid y yo ya no estoy para algunas alegrías.
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