Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para callarse.

domingo, 6 de junio de 2021

MEMORIAS DE UNA TAZA DE TÉ

Se vanagloriaba de que sus primeros recuerdos databan de 1380, cuando iniciaba su andadura la dinastía Ming en China. Pasó al servicio de los primeros emperadores de la estirpe, cuando la rotura de una de aquellas tazas iba acompañada sin remisión, del rebanado del cuello perteneciente al sirviente responsable. Por ello, salvo que dieran la orden directa la esposa o la favorita del señor del imperio, se guardaban muy bien de servir el té en ellas. Cuando tenía lugar ese servicio, las tazas y su plato correspondiente iniciaban su repiqueteo característico, fruto del temblor transmitido por las manos del fámulo.