Llamé al cielo y no me oyó
mas pues sus puertas me cierra
a qué seguir dando guerra
si el tropiezo lo di yo.
Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez, con sus infames cagadas
perdido te lo pondrán.
Pero aquellas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha a contemplar,
ni miaja falta que harán
¡largo! dejar ya de importunar.
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