En lenguaje coloquial, casa de putas. Así podríamos definir a la política en España y más concretamente a la acción de gobierno. A Pedro Sánchez le acusan de todo y puede que no les falte razón, pero no es menos cierto que las circunstancias nacionales, internacionales y sanitarias, no le han hecho ningún favor en ningún momento.
Para terminar de joder la marrana no le faltaba más que el espionaje. Que puede ser fuego amigo camuflado de cualquier cosa menos eso. Se enriscaron los políticos catalanes independentistas cuando se divulgó que habían sido espiados, se supone y no digo presuntamente porque no hay ninguna presunción y si certezas, con el software creado por los sionistas, otros que no escarmentaron con el pasado y desde entonces se han dedicado a hacer amigos a diestro y siniestro. Pegasus lo llaman, pero solo acude allí donde hay millones y amigos, al menos de puertas afuera. Este espionaje, habida cuenta que se da por cierto que han sido las cloacas del estado las que lo han comprado, habría sido empleado para controlar al Puchi and company.
Pero la campanada surgió ayer multiplicando las incógnitas y no despejando las dudas. El presidente del gobierno, Pedro Sánchez, también ha sido espiado infectando su móvil. Y no solo él, también la ministra de la guerra, la en su tiempo jueza manipuladora del JGPJ Margarita Robles, de quien los independentistas piden la cabeza al considerarla responsable de dicho espionaje que no escuchas; esto es mucho más grave.
Desde mi atalaya vislumbro que ha habido dos tipos de espías: quienes han espiado a los indepes y a muchas más personas, han sido los de casa y quienes han espiado al gobierno, "amigos" exteriores. Y no hay que ser un lince para saber quien lo hizo: nuestro muy amado vecino del sur, el sátrapa ese que nos da por el culo cuando quiere y nos ha robado la cartera cuando se lo ha propuesto. Los sionistas le vendieron el Pegasus. Y Pedrito en compensación, ha vendido, por segunda vez, al Sáhara Español y a sus habitantes los cuales, antes de la primera venta a cargo del infecto emérito y sus mariachis, poseían carnet de identidad español.
Lo dicho, una casa de putas. Lo malo es que nos toca poner la cama. Y otra cosa, el CNI, ha demostrado ser una inutilidad, un gasto como otros, superfluo e inútil, pues no ha sabido ni espiar a los de casa ni defendernos de los de fuera. Eso sí, el oficio de palanganeros del emérito, lo ejercieron a conciencia con nuestros impuestos.
Dimisión de la ministra de la guerra y del ministro del interior. Por inútiles y derechistas.
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