Lo que es la vida. (A pesar de que solo una minoría está dispuesta a abandonarla sin remordimiento, una mierda).
En el tiempo que llevo en el pueblo, ya se han celebrado dos funerales córpore insepulto pero más socarraos que la moto un hippie. O sea, que los finados tiempo ha que fallecieron y los deudos, aprovechan el buen tiempo y que hay más gente para celebrar la ceremonia. Los encierran en nichos o los esparcen por el campo. Todo lo tocante a este tema dá repelús. ¿Tú qué prefieres, que te quemen o el entierro clásico? Vaya dilema, vaya putada. Servidor, vivir eternamente o al menos, hasta pedir la eutanasia voluntariamente.
Porque ninguna de las dos alternativas me subyuga. Eso de verme encerrado pudriéndome, resulta terrorífico; solo de pensarlo me dan escalofríos. Pero, entrar al horno y salir en los huesos -o lo que quede de ellos-, tampoco es plato de buen comer. Porque realmente, tras pasar por el fuego ¿qué queda? Algún hueso de los gordos que el fuego no ha podido desintegrar. Madre, qué futuro, aunque no te enteres de lo que está ocurriendo.
Pero lo que más llama la atención de la misa, es un cura negrazo, grandeee. Uno del pueblo que le hace compañía, ya tiene más de ochenta años. Está visto que las vocaciones, o lo que sea, ya no son lo que eran. Mi pueblo fue un pueblo de curas, pero ya solo nos queda este octogenario. Qué jodida debe verse la jerarquía que tiene que recurrir a religiosos ajenos. A mi madre le choca lo grande que es; cuando extiende los brazos, parece que va a abrazar a toda la feligresía a la vez. Y debajo de la sotana, el calzado, una zapatillas blancas. Lo que faltaba.
Solo hay misa una vez a la semana, los sábados a las cinco de la tarde, como las corridas de toros. Y eso tampoco es. Ha degenerado totalmente desde la misa de doce de Buñuel, a joderte la siesta o la partida de guiñote. Cómo no van a perder feligresía, bastante hace el que cree en ellos, con tragarse sus sermones mil veces repetidos. Con la de desacatos que llevan cometidos a lo largo de la historia y del último siglo; el miedo a morir que todos debemos tener, no puede cegarnos las entendederas y comulgar con ruedas de molino.
La Tierra no es nada en el Universo, el hombre, solo uno más de los accidentes que ha sufrido el planeta. Pero nos agarramos a un clavo ardiendo con tal de engañarnos o dejar que nos engañen. Que la vida te sea suave, lector. Después, que te quiten lo bailao.
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