TERRORISMO: 18 DE JULIO

Dicen que "la verdad no tiene más que un camino, la diga Agamenón o su porquero", pero ha quedado demostrado desde Atapuerca para acá, que para la especie egoista y dominante que todo lo quiere para ella en la piel de sapo, la verdad no existe salvo que sirva a sus intereses. Sino, dan una patada al tablero; demasiadas patadas.

Hoy, es una efemérides digna de ser olvidada, excepto porque a consecuencia de lo que aconteció, cientos de miles de españoles murieron asesinados. Porque ¿existe otra forma de llamar a la muerte de personas inocentes en todos los sentidos, y que en todo caso defendían sus ideas con la palabra y el voto? Demasiados hallaron su fin en las cunetas y las fosas comunes, a manos de asesinos genocidas, fieras infrahumanas indignas de ser catalogadas como seres racionales. Demasiados Puerto Hurraco, diseminados por el territorio, con precedentes en Casas Viejas. El mismo odio ancestral germinado en mentes reducidas por los caciques mangoneadores y explotadores de personas y bienes.

Esa misma clase de gente indigna, terratenientes, curas, capitalistas, militares provenientes de esas castas de descastados y desclasados, llevaron a cabo el golpe de estado genocida que tanta sangre derramó impunemente. Los herederos de esa mala casta, se empeñan en negar los cientos de miles de muertos que la guerra trajo como consecuencia. Son basura humana que contraponen como niños malcriados cualquier añagaza con el fin de ocultar sus malas acciones, incluso añadiendo en el colmo del cinismo, la bajeza y abjección de que son portadores, que si murieron fue porque se lo merecian.

Ha bastado que el Gobierno presente en el Congreso una ley para investigar y dar luz a todos los crímenes que todavía permanecen ocultos, para que salgan como hordas salvajes, que lo son, a defender sus crímenes contraponiendo los del terrorismo etarra. Terrorismo no menos condenable que el fascista del golpe de estado, pero sin lugar a dudas, sin comparación en cuanto a las consecuencias y al número de víctimas de una u otra contienda.

Qué pretendan equiparar la muerte de Miguel Angel Blanco, asesinato indigno y cobarde sin paliativos, por el cual media España lloramos, la buena, no la farisea e hipócrita que ahora se rasga las vestiduras buscando réditos indignos apelando a ella, mientras echan toda clase de silencios e impedimentos para reparar el clamor de los miles de muertos todavía ocultos en las cunetas y fosas comunes; solo sirve para delatarlos aunque lo deseable sería poder juzgarlos a todos y conocer con nombres y apellidos a las alimañas que ocultas en el terror de la noche y amparados por aquellos criminales con alzacuello, sotana y estrellas en la bocamanga, dejaron a esta España diezmada de gentes que solo pretendian vivir dignamente sin depender de los terratenientes y la oligarquía que los consideraba como de su propiedad a todos los efectos. En lo cual siguen.

Aquí nos sobró una guerra civil y nos faltó, antes, una revolución en la cual la guillotina hubiera funcionado adecuadamente. De aquellos polvos, tenemos Abu Dabi lleno.

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