Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para callarse.

lunes, 23 de mayo de 2022

MADRÍ

Si he de decir verdad, no me agrada en absoluto hacer referencia a esa población. Ya sé que debería ser políticamente correcto pero nada más cercano a mi intención; me gustaría tener el vocabulario culto aunque solo fuera por un rato como los ratones en la discusión del cascabel al gato, pero al olmo no se le pueden pedir peras y ya quisiera yo ser como un olmo, pues no llego ni a escoba. En mi pueblo hay unas plantas silvestres, nada que ver con las escobas de las brujas o las de anea que usaban antes, a las que llamamos escobas y que posiblemente las denominarán con otro nombre científico o vulgar.