Dicen que "la verdad no tiene más que un camino, la diga Agamenón o su porquero", pero ha quedado demostrado desde Atapuerca para acá, que para la especie egoista y dominante que todo lo quiere para ella en la piel de sapo, la verdad no existe salvo que sirva a sus intereses. Sino, dan una patada al tablero; demasiadas patadas.