Cada vez que veo a esta mujer, siento el irrefrenalbe deseo de comerle la sonrisa horizontal... y la otra. Hay personas a las que la naturaleza ha dotado de una belleza singular. Eso sí, aderezada por la mano del hombre o de la mujer. La Gioconda, no sería lo que es, si el pintor no se hubiera esmerado con sus pinceles.