Si de mí dependiera, eliminaría los festivos. A continuación matizo antes de que vuelen los cuchillos.Ya mi hija me contestó molesta por decirle si no sabrían volver al trabajo tras las fiestas navideñas. No olvido que pasé muchos años trabajando y añorando las fiestas, significaban huir del trabajo.
Pero hoy, cuando todos los días son iguales, sin obligación de madrugar o trasnochar, significando esto último pasar toda la noche fuera de casa, echo de menos las tiendas abiertas y el tránsito de las gentes por la calle en busca o bien de su trabajo o de las mismas para comprar. Cosa que incluso me llama la atención pues solo salgo de casa con Laika para hacer sus necesidades. Que con el frío que hace sobre todo por las mañanas, hoy hemos estado bajo cero, es el tiempo indispensable para cumplir con esa obligación pues no hay forma de hacerle andar y solo quiere volver a casa.
Y ya que me he puesto a darle a la tecla sin mucha convicción, de un tiempo a esta parte han desaparecido en mí las ganas de hacerlo. No hay tema que me interese o mueva para dejar reflejo del mismo aquí. Y si alguno se cruza por mi galaxia, lo olvido inmediatamente. Creo me he cansado de luchar y considero inútil cualquier esfuerzo. Hasta un recopilatorio que se supone estoy preparando, puede que acabe durmiendo el sueño de los justos.
Solo de vez en cuando y sin mucha convicción, vuelvo sobre mis pasos buscando caminos y otras estrellas, polares o no, difuminadas en mi firmamento. El tiempo hace mella y como la gota que horada la piedra, te impide contemplar con la intensidad habida en su momento aquella luminaria deslumbrante, hoy mutada en nebulosa silenciosa y cercana al ocaso. Más bien, agujero negro.
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