Ya lo tengo escrito: si durante la siesta, o el intento, pudiéramos grabar la multitud de pensamientos dispares que por nuestra cabeza pasan, habría para escribir una biblia, por lo menos.
La mente es como un abejorro libando en miles de flores. Pasa de un pensamiento a otro de forma inconexa y sin premeditación. A veces motivada por ese mismo abejorro, mosca, o alcotán que pasa por delante de nuestro campo de visión. Cuando hice la foto de Laika sin duda tenía una motivación, en este momento la he olvidado y solo queda el recuerdo de ese instante.
Solo puedo recordar que tuve pensamientos brillantes, pero inútiles pues desconozco que los motivaron.
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