No sé si es el origen del mundo, pero sin duda sí es el motor
En estos días, ha vuelto a mi memoria el gran cabreo que significó enterarme de que un relato en forma de leyenda, escrito para participar en un concurso, había sido plagiado y escrito en un libro como suyo, por un ladrón llamado Luis Zueco. Otros, basándose en lo por él publicado, hicieron su versión y a su vez lo plasmaron y plagiaron en un libro. José Antonio Adell autor de la carta y Celedonio García, autor de la amenaza. Fue escuchando a este último en un programa sobre castillos de Aragón de la televisión aragonesa, cuando descubrí el plagio. Con posterioridad, una persona amiga me puso al corriente de la dramatización en esa televisión del relato. Siempre por supuesto sin mencionar mi nombre como autor. Como cito más abajo, comuniqué a todos, televisión incluida, que si persistían en arrogarse el relato sin mi permiso, los demandaría. De común acuerdo con mi abogado, llegamos a la conclusión de que sería peor el remedio que la enfermedad, con lo que quedaron impunes y por supuesto habrán seguido aprovechándose de mi relato y de otros que hayan caído en sus manos. Ojalá se lo hayan gastado en medicinas.